martes, 17 de marzo de 2009

El sinsabor del reencuentro

El facebook ha sido una revolución de estos tiempos. Gente que no se veía hace años, vuelve a contactarse: ex compañeros de la primaria, secundaria, facultad, en fin de la vida. Los que eran muy amigos y hoy no lo son tanto, no padecen ningún cambio el contacto, a pesar de verse a traves de este, sigue siendo el de los últimos tiempos: esporádico, casi nulo). El tema son los otros, aquellos que (en mi caso) uno les veía la nuca desde el fondo del aula (sitio para los que nos creíamos "vivos"). Esos pibes que nunca jugaban en nuestros equipos en la clase de educación física. O lo que es peor, integraban el equipo del rejunte, esos que no quería nadie, aunque eso podría tener más que ver con la (ausente) aptitud para el deporte a desarrollar.
Esos compañeros de los cuales uno habla con los que ha tenido más contacto, que si bien tuvieron un paso intrascendente por nuestra vida, se los recuerda, aunque siempre con frases antecesoras lapidarias como el "te acordás de tal? Ese que se sentaba con..., que tenía cara de..." Frases que hablan a las claras de que el individuo nunca fue realmente individualizado (valga la redundancia) por méritos propios. Sino por ser el primo o hermano de, sentarse cerca de tal o con mengano.
Tras mucho tiempo en las sombras del recuerdo de muchos de nosotros, y gracias al facebook, reaparecieron. Lo peor (y aquí llegamos al meollo del asunto) es que luego de una rutinaria y coloquial encuesta, cual indagatoria policial, con preguntas como "¿Qué fue de tu vida?" o "¿Seguiste con alguien en contacto?", llega la del millón, que más que una pregunta es una propuesta: "¿Nos podríamos juntar algún día, no?"
Ahí la cabeza comienza a trabajar, haciendo hincapié en la memoria (sí, recién tras la propuesta a pesar de haber formalizado el reencuentro minutos antes a la misma). Primera pregunta: ¿Quién era este pelotudo? Y lo recuerda, se ríe de una maldad o lo imbécil que el era susodicho cuando purretes. Y se repregunta: ¿Sigue tan tarado como antes o sufre de amnesia el muy mamerto? "No quiero ser cruel... pero, amigo, no tengo el más minimo interes en saber nada de tu vida, porque no lo tuve siquiera compartiendo un aula o un asalto, menos ahora que pasaron unos muchos años en los que jamás me pregunte que habrá sido de tu insignificante (o no) vida". Eso dan ganas de responder a la propuesta por aquel pequeño que por entonces se nutría de cual estupidez se le cruzara para llamar la atención.
Por lo general el que comienza eso es el que nunca le cayó bien a nadie. Seguramente ese es el móvil que lo lleva a iniciar un rejunte tras algún tiempo.
Amnesicos o no, tienen una cualidad aún más insoportable: son incansables. Como cuando chicos, insisten, insisten, insisten. Uno trata de no herir sus sentimientos, ni remover alguna aspereza que como adultos ambos supimos dejar en el olvido. Pero, loquito, ¿no entendés las evasivas? Un "dale, dale, estaría bueno. Avisá y después decidimos lugar y día". Eso es una e-va-si-va. Algo así como patear la bocha para adelante. Pero en su afán por reencontrarse para hacer o demostrar no sé, utiliza todos los elementos posibles para irritarte y dejar la amabilidad de lado. Uno intenta seguir firme y comenzar a responder monosilábicamente con la intención que el resucitado compañerito sea el organizador y cuando haya lugar y fecha para dicho encuentro, simpemente nos avise para dar un "justo ese día no puedo" como respuesta.
Y esto me trae otra asignatura por profundizar. El "Reencuentro" en sí con los ex compañeros. Porque es con toooooooooooooodos, no sólo con los que uno tuvo cierta amistad y eso ya es para cagada. Antes que nada dejenme expresar mi pensamiento: Es al pedo muchachos...una real pérdida de tiempo. A menos que sea con le gente que fue de nuestro agrado y que sólo por la bifurcación de los caminos sean dejado de ver y no por el DESEO de no verlos más.
Si estás en pareja ya es para cagada. El o ella cuestionarán (si no están de acuerdo) "¿Vas a ver a un viejo amor?¿A saldar una cuenta pendiente?" Y dejenme coincidir con ellos. Ese es el quid de la cuestión. El 50 por ciento intentará reflotar aquel idilico amor de primaria o bien, reencontrar ese amor que imposible para que deje esa condición. Dentro de ese porcentaje, llevan la banderas los/as gordos, la sin culo, el de aparatos, el que tenía culo de botella, el desgarbado, el tímido. En definitiva el rechazado por su aspecto. Ellos son los seres más peligrosos en estas reuniones. El que no logró cambiar, no se reúne (intentará refugiarse nuevamente para no ser el hazme reír del resto). Pero el que mejoró su imagen...ma-mita! Ese es peligroso por el daño sufrido, tiene rencor y quiere venganza (algo muy distinto a la revancha). Por lo general los integrantes de este grupo son los que más insisten en la realización del famoso "Reencuentro".
El otro 50 por ciento, puede dividirse en dos. Un 10% aprovecha la ocasión para charlar con los que más le iinteresa, haciendo el esfuerzo de volver a ver a ciertos indeseables o insignificantes. El restante 40% (en general mujeres) acceden a estas reuniones para ir a criticar. O mejor dicho, observar para luego criticar cuán dañino fue el paso del tiempo con algunos de nosotros. Tras la reunión comentar o indicar como dato saliente de la infructífera juntada cosas como: "lo gorda que estaba esa, la que era la más linda del curso"; "lo feo que quedó el facha";" lo arruinado de fulanito" o "lo imbécil, feo, desagradable o agrandado que siguen siendo, los imbéciles, feos, desagradables y agrandados ". En fin, para nada.
Si nos juntamos que sea con los que creemos que valen la pena, sino es al pedo muchachos/as. Lo anecdótico será uno o dos comentarios, que no tardará en volverse a perder (como a la mayoría de los ex compañeros) en lo más recóndito de nuestra mente, en el olvido. Tras el "Reencuetro" no queda nada, el sinsabor de la realidad. Que todo quede allá, en lo dulce de la infancia o la adolescencia. Vivirlo otra vez, no se puede. Recordarlo sí, pero mientras valga la pena. Y si alguien leyóesto y se siente ofendido, están equivocados. Esto es una forma de recordarlo. La mía (solo, en casa con los que quiero). Y los recuerdo porque valen la pena.

No me pregunten por qué

Soy de esos que rara vez expresan lo que sienten, sea con palabras, gestos o mediante la escritura. No me pregunten por qué. Pero esta vez tuve y tengo (no sé si las tendré) ganas de hacerlo, por más estúpido que parezco el sentimiento que a estas horas de la madrugada afloró en mí.
Paseando por internet, fotologs, facebooks y blogs descubrí algo en mí que nunca ante me había animado a profundizar. Y todo nació gracias a la lectura de Días deber (de mi colega y potencial amigo Bernardo Rolón). Al terminar la lectura, también cultivada con el blog de Aneris (Sirena al revés, jé, qué loco) Casassus y Clara Mente (de Clara, evidentemente), algo ocurrió, me dije: "¿Por qué no me hago un blog?". Pero rápidamente una voz en mi cabeza respondió: "Tuviste uno, infelí!". Y era cierto nomás. ¿El nombre? Ni puta idea. Y a esto voy. A mí, como a muchos seguramente, surgen ganas enormes de hacer o tener algo. La vida comienza a girar caprichosamente en torno a eso.
Desde muy chico me pasa. Quería algo y removía cielo y tierra para obtenerlo. Lo peor es que lo conseguía, todo absoluta y desgraciadamente todo.
Minutos o insignificantes usos después, la cosa en cuestión quedaba en el olvido. Como mi blog, que se llamaba..."bueh", en fin. Lo cierto es que escribí una estupidez en el susodicho y nunca más. No me pregunten por qué, de hecho quizás estas líneas sean para encontra la respuesta a eso.
Lo mismo me pasó con el fotolog: "Cinco fotos y a la mierda"...
¿Cuál es el problema? Soy periodista, escribo y me gusta hacerlo. Lo hago, pero sobre cosas que poco tienen que ver conmigo, con lo que a mí me pasa. A su vez, soy de esos que rara vez manifiesta sus sensaciones, sentimientos y/o pensamientos. Entonces ¿qué mejor que tener un lugar donde escribir y a la vez ser leído? No para que te conozcan, sino para descargar eso que te pasa de alguna manera. O en definitiva para contar una historia, ya sea propia, ajena o inventada. Lo mismo dá.
No sé si soy bueno escribiendo o narrando historias. Realmente, ni idea. Pero escribo mucho, aunque a la vieja usanza: papel y lápiz. Eso sí lo hago seguido, no lo abandono. En el eterno viaje hacia Santa Clara en el 221 o esas noches de insomnio, despliego algún cuadernito, pelo la lapicera y las cosas fluyen. Algunas son una real cagada, otras dan ganas de leerlas una y otra vez, y las mejores (espero) son aquellas que nunca repase tras terminarlas. Por lo general son esas que no son premeditadas o que salen directo del corazón. Tan lindas como esporádicas. Por eso es que no escribo en un blog, es todo muy premeditado y no me sale nada de adentro frente a una fría máquina...
¿De qué escribí? Uff, de todo. Y cada retaso de papel con metafora o cuento corto está solemnemente guardado en una caja de zapatillas. Alguien alguna vez me dijo: "¿Por qué no las pones todas esas hojas sueltas en un blog o algo por el estilo?". Hice un silencio. No porque evaluara la respuesta, sino por piedad. Para no herir algún sentimiento; porque sólo un pelotudo me puede hacer esa pregunta sabiendo que lo que no tolero es lo ceremonioso de sentarse en una computadora a escribir algo premeditado. O lo que es peor, trascribir textos que quizás nadie lea.
Cuanto más me explayo, más me confundo. No sé de donde salieron las ganas de publicar esto, pero acá está y me gustó. No me pregunten por qué.
Tal vez esto de escribir tenga continuidad o en minutos comience mi blog, lo dudo. Si no lo hago y la segunda parte o historia no aparece, seguiré con ese mal de la inconstancia, la perdida de entusiasmo y la pregunta sin respuesta. Esa en la que la intención y el deseo se contraponen con la constancia, con la obligación y ceremonia de sentarse a escribir. Tal vez este sea un primer paso, pero no lo sé...pueden pasar horas, días o meses sin que vuelve a escribir sobre algo o alguien y publicarlo en internet. Y tal vez estas ganas queden tiradas, allá, en aquel lugar lejano donde habita el olvido.
Ya voy a volver a escribir, no sé donde ni cuando. Ojalá sea pronto, lo que es seguro que será cuando yo quiera y no por la necesidad de actualizar el blog.
Ojo! no tengo nada contra los blogs y sus creadores y/o interpretes. Al contrario, admiró esa constancia y esas ganas de sentarse en un lugar y momento determinado. Yo no pude y no sé si podré. Prefiero papel y lápiz...me cuesta, no sé...no me pregunten por qué...no lo sé